martes, 27 de marzo de 2012

1926: Goles, Triunfos, David y un Manco

El Sudamericano de fútbol regresa a Chile en 1926. Muchas cosas habían cambiado desde la primera vez, en 1920. El fútbol se había posicionado con propiedad en nuestra sociedad, aprovechando 2 fenómenos que sacudirían el panorama desde 1925: El nacimiento de Colo Colo y la visita a Chile del RCD Espanyol, primer visitante europeo que llegaba, con el Divino Zamora incluido, a disputar sendos partidos al país (triunfos de los combinados nacionales por 4-3 y 4-2). Otra novedad sería el cambio de sede, que pasaría desde el Sporting Club de Viña (en 1920) a los míticos Campos Sports de Ñuñoa, donde años más tarde se alzaría el Estadio Nacional. Y si bien se lamentó la ausencia de Brasil en la cita; en su lugar asomaba Paraguay, quien ampliaba el espectro de países participantes en los Sudamericanos (a 6). Finalmente, el torneo sería disputado por Uruguay, Argentina, Bolivia, Chile y los citados guaraníes.
La selección, bajo el mando de José Rosseti, que concentra al equipo por 61 días en El Llano, se aprontaría a mostrar enormes avances en el desarrollo del certamen, merced a la presencia de David Arellano, reconocido como uno de los primeros jugadores.entrenadores, de esos que mandan en la cancha; sin embargo, la figura indiscutible sería Héctor Castro, el "Manco", que había perdido una mano en un accidente, y que luego sería parte del plantel campeón del mundo: el charrúa convertirá 6 de los 17 goles de su equipo, que se alzará con el título de manera invicta.
¿Y Chile? Pasado el susto inicial del debut ante Bolivia, que abre la cuenta tras anotación de Aguilar, reacciona furiosamente hasta configurar un rotundo 7-1, con 4 goles de Arellano. La segunda fecha pondría las cosas en orden (1-3 ante Uruguay, gol de Subiabre). Así, mientras el torneo acumulaba una enorme cantidad de goles (32 en los 5 primeros juegos), nuestro seleccionado veía la posibilidad de discutir el subcampeonato con Argentina, por lo que el partido del 31 de octubre ante los trasandinos, se disputa de manera poco vista en nuestros jugadores: se consigue un heroico empate en un gol, por lo que un triunfo ante Paraguay en el cierre del certamen, permitiría empatar en el segundo lugar con Argentina. Sólo la cantidad de goles en contra de los nacionales (6 frente a 3 de los argentinos), permite diferenciar los guarismos finales; pero nadie repara en eso, queda la satisfacción de logros inéditos para nuestro fútbol: se consiguen  los 2 primeros triunfos a nivel sudamericano -oficial-; se cuenta con el goleador del torneo (Arellano con 7 goles) y se obtiene un -compartido- subcampeonato. En suma, sólo buenas noticias; a las que se sumará el reconocimiento, en diciembre de 1926, por parte de la FIFA hacia la Federación de Football de Chile. A eso se agrega que el torneo marcó un record de 55 goles anotados en 10 juegos (5,5 goles por partido). Además, permitió observar en acción a enormes figuras del fútbol sudamericano (y mundial) como Héctor Scarone, José Nasazzi y el citado Castro en Uruguay o Roberto Cherro y Vaccaro en Argentina.
Por último, los comentarios que venían desde el otro lado de la cordillera muestran grandes diferencias con lo que se decía hace 6 años de nuestra selección: "el eleven actual de Chile ya no es la murga aquella que cumplía sin pena ni gloria su misión de correr la liebre en los partidos y de comer la cola en el cómputo final del campeonato". Sin duda, meritorio. Y habría más. La Gira de Colo Colo, la participación en los juegos olímpicos de Amsterdam y la presentación en el Primer Campeonato Mundial de Fútbol, en Uruguay, mostrarían renovados aires para nuestro balompié.

@puertomontt25

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